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9/17/2015

XX: Ephemera

       Un eco lejano ha abierto las cicatrices, que ahora rezuman, purulentas, y el espejo refleja unos ojos antiguos. Ojos secos, vacíos, que contemplan los harapos del niño afligido, el fuego del hombre sin alma, el color sempiterno de la soledad, la ruina fría.
      ¿Y acaso los ojos que miran son los que devuelven la mirada, o es un juego que el espejo crea para reafirmar la cordura pasajera (frágil, frágil)? Vil cristal que eres yo y nadie, evoluciona. Cambia. Vive.
      La lluvia a cuentagotas empapa las sábanas, pero yo sé que pasa, que se olvida, que en el fondo no duele. ¿Estoy huyendo, reflejo cruel? ¿Acaso eres tú el verdadero, y yo la copia?
      Escondido en pieles ajenas no me oculto de ti. El abúlico ave fénix oronda me grita que nunca he sido yo, ni nadie. Escupo sobre sus moratones autoinfligidos, sobre sus entrañas arrancadas per se. El espejo sirve de barrera, "bastante tiene con lo suyo".
      Ni el espejo confirma mi identidad. Conversación entre el id y el superego, ¿ha muerto el yo? Quizá sea demasiado brillante, y me ciegue la luz. Quizá la oscuridad sea lo real. Cierro los ojos, bajo a los infiernos, y me descubro a mí. Ah, resulta que el yo vive. Pero ya da igual.
  
(GRITA, VIVE, SUEÑA, LLORA, AMA, RÍE, MUERE.
¿Por qué llevas ese estúpido disfraz de humano?)

    Soy roca porque eres (eras) cristal. Me dueles: te quiero. Tómame, no lucho. Pasado en papel efímero, vuelve al cajón de mi indolencia.