Buscar este blog

8/19/2015

XVIII: ¡Chas! (y el viajero se volvió sedentario)

      Mírame, alma, vida, que yo corro sin compromiso, que yo vuelo sin rencores, que quiero llorar sin decir palabra. ¿Lo sabes? Estamos ungidos en vacíos, con labios de cicuta y con olores yermos, calmados, que se pegan a mis recovecos y me dan ganas de esconderme. ¿Me amparas?
      Enlazados e inconexos, cuerpos frágiles con viento en las entrañas, y nos hemos ido, ay, a encontrar ahora. La luna, insensible, se ríe del poeta. ¿Quién te manda a ti existir? ¿Quién me manda a mí querer?
      No es tu culpa, no te culpo, no le culpo. Pero cose tus labios, que la herida está abierta y no admite más de mil puñales. Cariño, ¿dónde has metido aquella roca de mi pecho?
      El océano insondable de tu mente (que hace juego con esos zafiros que llevas ahí encima) no me aprieta, pero me ahoga, las mariposas me devoran por dentro. El reloj no marca nuestra hora, ¿lo hará algún día?
      Ahora, me maquillo y salgo a escena, porque si tú caes, yo caigo, y prefiero ser el único con la columna partida. Corazón de arrítmico a astigmático, a ver si te centras ya. Y tú, lucero, ¿por qué no sigues mirando a otro lado?
      Y solo te pido: navega conmigo, porque temo (y quizá lo he provocado) que la batalla no se librará y no dudaremos si apretar el gatillo. Diez pasos, apunten, corran. ¿Vencido o vencedor, muerte o victoria?
      Así que sí, alma, vida, lanza tu saeta, arráncame el sentimiento, porque tendremos un problema, porque tu alma huele a cadenas, porque (y duele, y duele tanto)... Porque sé que no eres mía. ¿Te importaría cerrar la puerta al salir?

No hay comentarios:

Publicar un comentario